A la hora de realizar una mudanza, el destino es una de las cosas más importantes a tener en cuenta. Cada zona puede llegar a tener características únicas que causan distintos retos a superar al hacer una mudanza. Sin embargo, hoy nos enfocaremos en dos tipos generales de zona y qué clase de retos proporcionan en una mudanza: las zonas rurales y las zonas urbanas.
Retos de las zonas rurales.
– Una zona rural puede tener dificultades a la hora de proporcionar servicios básicos. Por ejemplo, a diferencia de una ciudad, una zona rural seguramente no tendrá acceso a una red de transporte público, o en caso de tener algún problema médico, puede ser que no disponga de unas instalaciones que puedan tratarlo. Un caso con más impacto puede ser la falta de escuelas de calidad. Todo esto puede causar la necesidad de usar frecuentemente transporte para llegar a lugares fuera de este entorno que dispongan de estos servicios.
– El empleo también ofrece varias dificultades para alguien nuevo en un entorno rural. A menudo es difícil que una persona encuentre un trabajo dentro de su sector en estas zonas y tenga que depender del teletrabajo o de ser emprendedor.
– Relacionado con lo anterior, la tecnología y la conexión a internet pueden no tener buena disponibilidad en zonas rurales, lo que puede perjudicar bastante a la gente que necesita teletrabajar o sencillamente trabaja en ese sector.
– El ambiente de vida de una zona rural es radicalmente distinto a las zonas urbanas, la forma en la que su comunidad se relaciona es mucho más estrecha, y el ritmo de vida suele ser más lento. Puede ser algo complicado adaptarse a algo así por primera vez.
Retos de las zonas urbanas.
– Al contrario de una zona rural, una zona urbana contiene gran cantidad de lugares que ofrecen servicios básicos, como líneas de bus, restaurantes, instalaciones médicas, etc. El problema de donde surge el reto en este caso, es que suele haber demasiadas opciones para cada cosa, por lo que puede llevar algo de tiempo adaptarse y conocer bien todas las opciones.
– El ambiente en este caso también resulta un gran cambio al que adaptarse si se viene de una zona rural. Los espacios de vida suelen ser más reducidos, el aire puede estar más contaminado en según qué parte, y el tráfico elevado puede resultar incómodo a la hora de moverse por la zona.
– En una ciudad hay muchas oportunidades profesionales, por lo que encontrar empleo dentro de un sector determinado. Esto, sin embargo, también significa que estos empleos van a requerir una mayor actividad y, por tanto, un ritmo de vida acelerado. Hay que tener mucho cuidado en ambientes así, pues esto puede llegar a causar estrés, lo que desemboca en una serie de problemas físicos y mentales.
– La comunidad es mucho más amplia que en una zona rural. Esto afecta mucho a la vida diaria debido a nuestro papel como animales sociales y puede llegar a ser uno de los pasos más difíciles de dar a la hora de adaptarnos a este ambiente. También hay que tener en cuenta que esta comunidad de mayor tamaño también implica una criminalidad superior, por lo que parte de la adaptación incluye aprender a mantenernos seguros.
Muchas de las cosas enumeradas anteriormente pueden parecer puntos en contra inamovibles a la hora de elegir uno de estos tipos de zona para realizar una mudanza, pero, en realidad, no son más que una serie de condiciones que nos exigen hacer un esfuerzo para alcanzar durante nuestro periodo de adaptación.
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